Horario de Confesión :
Lunes-Viernes después de la misa de 8:00 a.m y Martes, Miercoles y Viernes de 5:30 p.m. a 6:45 p.m.
¿Qué es la Reconciliación?
La Reconciliación (también conocida como confesión) es un sacramento instituido por Jesucristo en Su amor y misericordia para ofrecer el perdón a los pecadores por las ofensas cometidas a Dios. Al mismo tiempo, los pecadores se reconcilian con la Iglesia porque está herida por sus pecados.
Cada vez que pecamos, nos herimos a nosotros mismos, a otras personas y a Dios. En la Reconciliación, reconocemos nuestros pecados ante Dios y Su Iglesia. Expresamos nuestro pesar de una manera especial, recibimos el perdón de Cristo y su Iglesia, reparamos lo que hemos hecho y decidimos comportarnos mejor en el futuro.
El perdón de nuestros pecados incluye cuatro partes que son:
- El Acto de Contrición: Es un arrepentimiento sincero por haber ofendido a Dios y es el acto más importante de parte del penitente. No puede perdón de pecados si no nos arrepentimos y tenemos una firme decisión de no repetir nuestro pecado.
- La Confesión: Confrontar nuestros pecados de manera profunda a Dios hablándole —en voz alta al sacerdote.
- La Penitencia: Una parte importante de nuestra sanación es la “penitencia” que el sacerdote impone para la reparación de nuestros pecados.
- La Absolución: el sacerdote dice las palabras por las cuales “Dios, el Padre de la Misericordia” reconcilia a un pecador con Él mismo a través de los méritos de la Cruz.
Rito de Reconciliación
- El sacerdote le da una bendición o lo saluda.
- Haga la Señal de la Cruz y diga, “Bendígame Padre, he pecado. Mi última confesión fue [semanas, meses o años].”
- Confiese todos sus pecados. (Sí no está seguro o se siente incómodo, pídale al sacerdote que lo ayude).
- Diga, “Me arrepiento por estos y todos mis pecados”.
- El sacerdote le asigna una penitencia y lo aconseja para ayudarle a ser un mejor católico.
El sacerdote, actuando en la persona de Cristo, lo absuelve de sus pecados.
Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.